Yo sobreviví. Soy una estadística más. Sé lo que es violencia, sé lo que es estar paralizada por el miedo. Sé lo que es tener la hornilla prendida y que empujen tu cara hacia el fuego. Sé cosas que prefiero no recordar.
Sé lo que es sobrevivir. Sé lo que es que te arranchen tu autoestima, que tu nombre se cambie por un insulto… Sé lo que es llegar a pensar que ese «amor» es el único que te puede «aguantar». Cuando nunca fue amor.
Sé que la sociedad me culpó a mí. Sé que cuando pedí ayuda nadie me creyó y tal vez aún no lo hacen. Sé que un día me rompí y con el tiempo aprendes a sanar y a perdonarte a ti mismo, por haver desperdiciado tanto tiempo al lado del miedo.
Sé… aunque nunca quise saber. Pero porque sé, porque lo viví… también sé que el miedo es lo que hay que vencer.
Es muy duro y difícil tomar la decisión. A veces, es casi imposible ser capaz de tomar una decisión que vaya por encima del miedo y de la idea de que nadie más te va a amar. Que vas a quedarte sola.
No, no es tan simple… porque cuando rompes el silencio, después de que ya acabaron con tu autoestima… la gente te juzga, se aleja, te culpa. Y te quedas sola con los dedos señalándote. Te quedas sola y con miedo. Y dudas si es mejor volver con la única que perdón a que dice que te puede amar… Y por suerte te das cuenta que el amor no duele por lo tanto esa persona no te ama.
Llega un día, en el que comprendes que todo lo que viviste no era vida. Buscas ayuda y te dan la mano… aunque te reclamen por no haber hablado a tiempo, por no haberte ido. Y es que eso de la parálisis por miedo poco comprenden.
Pasa el tiempo. Aprendes a sanar. Y a pesar de que te puedes volver a equivocar… porque cuando te ven frágil y «necesitas» amor con desesperación asoman los buitres ya has aprendido lo que no es amor y lo que ya no quieres en tu vida. Vences el miedo, y llegas a ese maravilloso momento en el que te vale un bledo la «pulcra sociedad» apuntándote, y dices «basta»…. Y tú vida vuelve a empezar.
Cambias. Te vuelves a enamorar de ti mismo. Vuelves a verte en el espejo y te reconoces. Ves el mundo a colores y prefieres llenarte de amor y de paz.
El odio genera odio. El amor genera amor.
Ahora sé que es simple, aunque parezca casi imposible. El amor no te lástima. El amor te reconstruye. El amor saca lo mejor de ti y te cuida, el amor no lástima y si te lástima, no es amor.
Prefiero la paz. No acepto la violencia, ni el odio, ni la discriminación en cualquiera de sus formas. Respeto la vida porque sé lo que es vivir con miedo y un día liberarse de él y con el tiempo sanar y seguir.
Prefiero la paz. Prefiero el amor.