«San Valen Tín»

San Valentín nunca fue uno de mis días favoritos. Cuando era «teen», no daba una con esto de los enamorados… y el día del amor y la amistad era el momento perfecto para comprender lo «burra-inocente» que era porque habían muchas «palabras» y demasiada ausencia.

No sé como, pero yo terminaba siempre siendo la bruja del cuento, que le hacía daño semi irreparable al individuo que había salido con otra mientras yo le juraba «castigado».

Y así fue, una y otra vez, el bueno de, «San Valentín» me enseñaba que las niñas buenas no ganan y terminan siendo las culpables de todo; así hayas estado hogareñamente en tu casa o te haya entrado la juventud y lo único que querías hacer era bailar, sonreír y simplemente vivir.

Y es que no se cómo, pero siempre terminaba enterándome de cómo, cuándo y dónde… habían hecho a la canción del venado, mi canción. Sí bien algunas veces tuve mis ataques de intentos de venganza, terminaba yo sufriendo por gil. Era un magneto de incomprendidos, incompletos o galanes de a luca… que buscaban redención. Aunque también tuve el gusto de tener gente increíblemente valiosa a mi lado.

Pero todo eso de andar de bruja o de «gil» era por algo muy simple, eso era lo que yo atraía. Yo proyectaba mis mil y un inseguridades y eso venía. No tenía autoestima, no había aprendido a amarme primero, no me conocía. Por mil y un razones, yo no sabía lo que implicaba realmente amar y ser amado. Y muchas veces ese desconocimiento se confundía con indiferencia. Y si de algo estoy segura es que dentro de mí no existía – ni existe- un ápice de maldad.

Al pasar de los años, fui aprendiendo lo que es en realidad muy simple: «quien te ama…. no te lastima».

Así de clarito:
«Quien te ama, no te lastima».
Quien te ama, no te deja plantada. Quien te ama, te respeta.
Quien te ama hace que te enamores de ti mismo primero y luego de él. Quien te ama, te ama y está sin excusas, sin manipulación.
Está.

San Valentín puede ser un día muy cruel, o un día sin la más mínima importancia. Depende de como tú lo tomes. Para mí se ha convertido en un día de enviar buena energía, amor y bendiciones a todos los que amo.

Al final del día, termino con una pizza viendo alguna película de acción (generalmente con dinosaurios) con mi hijo y el susodicho amor de mi vida…. de cuerpo, alma, y espíritu presente. Para mí ese era y sigue siendo el «planzaso».

Ahora, ya cuarentona, llenita, con las prioridades claras y los «esto quiero» y «esto no» sobre el tapete aún les veo (lo más de lejitos posible) a las que me odiaban por ser la «bruja con cuernos estilo Maléfica»- que destrozaba la vida a sus «santos amigos» (a los que querían de enamorados y no les daban zona); y es genial, porque me siguen odiando. ¡Debe ser una especie de récord! Si fuera una película tendría de título algo así como : «25 años más tarde… I kill you».

Antes me hubiera preocupado el » y ahora que dirán»… pero ya no. La vida me sacudió como si fuera Don Job y eso cambió mi vanidad por valor; mi miedo por valentía para enfrentar y seguir enfrentando, con sonrisa en la cara y brillo en el alma; y a seguir adelante con mi camino, así tenga el «ovario virado» .

Ya no hay cuernos en mi vida. Ya no hay esperas interminables. Ya no me pregunto que hice mal. Ya fue.

Lo que sí hay es: un niño, que brilla con luz propia; una familia, incondicional ; un autoconocimiento en progreso y un amor del bueno bendiciendo al fin cada momento.

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