Feliz Día Papito…
Gracias por haberme salvado cada vez que me «lancé» a una piscina, por haberme enseñado a montar bicicleta y luego haberme cargado cuando me estampe contra la blazer, gracias por la chuleta bien crocante, por el melón con leche condensada, por todas esas noches que llegaba tarde del trabajo con pizza del hornero, por el nissan patrol y tantos paseos y viajes donde generalmente nos quedábamos dañados; gracias porque nunca pudo enseñarme matemáticas pero sí historia y literatura… y haberme vuelto una amante de la lectura y de escribir. Por haberme llevado en «machaca» al oriente a ver y aprender… porque cargué bloques y por haberme hecho sostener manguera y por cada vez que me manché de crudo. Gracias por haber confiado en mí para cuidar de la gente de la oficina, de mi ma; y de salvar a mis hermanos de alguna «travesura», cuando usted no podía.
Gracias por haberme enseñado que cuando uno se equivoca, se levanta una y otra vez; por haber sido mi «sensei» y haberme enseñado la belleza de las artes marciales; por todas esas veces que vimos películas de ciencia ficción como la cenicienta, encuentros cercanos del 3er tipo, yo robot, las de starwars y superhéroes, y por todas esas veces que se le viraba el hígado cuando yo le decía que para que voy a leer el libro si ya salió la película.
Gracias por haberse metido conmigo al mar… a las olas grandes y enseñarme a enfrentarlas con respeto, gracias por comerse el pastel de cumpleaños de mami la noche antes, gracias por habernos ido a caminar después de cada radio y quimio… y por todo lo que hablamos y lo que no. Por haberme enseñado el arte de encontrar las mejores rebajas y haberme comprado los vestidos más bonitos y las joyas mas lindas (aunque se hayan robado casi todo). Gracias por siempre haber estado atento a lo que necesitaba, aunque yo no lo pedía.
Gracias por la bondad, el respeto y el agradecimiento. Gracias por el mensaje que me dejó, que ahora me impulsa a seguir adelante cuando ya no quiero. Le extraño y sé que todo sería diferente si el maldito tabaco y el cáncer no se le hubieran llevado antes de hora. Le faltó jugar con los nietos y ser el abuelo más chocho del mundo.
Gracias por las historias y los recuerdos y sobretodo por haberme enseñado a ser persona, antes que gerente. Gracias porque aunque dijo que no iba a ir, fue a verme dar una conferencia delante de 1200 personas y según me cuentan… se le llenaron los ojos de lágrimas de orgullo.
Le llevo en mi alma cada día y cada momento. Le veo en los ojos de José María y en el amor y fuerza de mi mamá. Le siento en pecs, en los chillos, en la piscina de casablanca, en boston, en el mar y en el oriente… en la luna llena y en cada atardecer…
Gracias por la música, por alfonsina, garcia marquez, isabel allende e isaac asimov. Gracias por su mano caliente y grandota…. de la que siempre me pude agarrar… y que me imagino es lo que me sostiene para seguir adelante y no darme por vencida.
Le extraño.
Foto: en un derrame de crudo, entrando a solucionar el lío